Entradas

Mostrando entradas de junio, 2015

Espejismo

Recuero la primera vez que te vi. Tú vestías de domingo, mientras yo me escondía tras mi disfraz de lunes gris. Era uno de esos días de invierno y tú bajabas enfundada en un abrigo, con las manos en los bolsillos y una cálida sonrisa que luchaba contra el frío. Caminabas tarareando una canción y yo, desde la otra calle entré en calor nada más verte, y mis pasos se detuvieron imaginándote cantando esa misma canción más cerca... en mi oído. No sé cuánto tiempo duró. Sólo recuerdo que al segundo siguiente alguien chocó conmigo, yo te perdí de vista y cuando volví a mirarte ya no estabas. Habías desaparecido de repente sin dejar rastro, y el frío volvió a golpearme con mucha más fuerza que antes mientras no dejaba de preguntarme si realmente existías o si no eras más que un espejismo.

Poca gente sabe abrazar

Con lo fácil que es tocar la guitarra y lo difícil que es conseguir que suene bien, ¿verdad? Pues algo muy parecido ocurre con los abrazos. Todo el mundo sabe dar uno. Basta con rodear a la otra persona con tus brazos, y sin embargo hay muy poca gente que realmente sepa hacerlo bien. Abundan los abrazos mecánicos y simbólicos, los abrazos dados por costumbre a toda prisa, mientras que cada vez es más difícil encontrar un abrazo de verdad. Uno de esos abrazos que consiguen romper los esquemas al tiempo que repara cada uno de los rotos del alma, que consiguen detener el mundo por un momento, o incluso hacerlo girar más deprisa. Uno de esos abrazos que saben a verdad, a vuelta a casa, a refugio en un día de tormenta,  a brisa fresca en pleno mes de agosto...Abrazos que empiezan en los ojos y que se entregan con el alma.

Te recuerdo y te recordaré siempre

Puede que no recuerde lo que comí ayer ni qué hice esta mañana después de levantarme, pero te puedo jurar que no se me olvidará nunca aquella tarde en la que te empeñaste en comprarme la mejor bicicleta de la tienda. "Voy a montarme yo, que si puede conmigo es que es buena " , dijiste, y te recuerdo subido en una bicicleta enana paseando en la calle mientras yo no paraba de reír. Ese era uno de tus poderes, hacer que todos nos sintiéramos bien. También recuerdo cada noche de reyes en la que no dudabas en comprar media tienda de juguetes para nosotros, todos esos juguetes que aun conservo. Aquella muñeca gigante que te empeñaste en comprarme y que nunca he usado porque me daba miedo, ese loro con el que nos pasamos toda una tarde grabando palabras sin sentido... Tú siempre te preocupabas de que tuviésemos los mejores regalos, y ahora puedo decirte que el mejor regalo siempre has sido tú. Recuerdo verte llegar a casa y salir en una carrera a recibirte mientras mi herma...