Te hablo
Te hablo de una tarde de otoño caminando por el parque, con las manos en los bolsillos y los ojos clavados en las hojas esparcidas por el suelo, pensando en lo mucho que te gustaría fotografiar aquel paisaje.
Te hablo de una noche de las de película y manta en el sofá de una casa a oscuras y solitaria. con la mente viajando una y otra vez hasta a ti, preguntándome qué estarías haciendo y si también estarías pensando en mi.
Te hablo del impulso de coger el teléfono y marcar tu número después de diez minutos leyendo una y otra vez tu nombre, y llamarte sin motivo ni excusas pensadas, con el riesgo de parecerte idiota, solo por poder escuchar tu voz al otro lado.
Te hablo de la sensación de tener miles de mariposas revoloteando y chocándose continuamente en el estómago, de mirar incansablemente el reloj maldiciéndolo por ir tan lento y de odiar cada uno de los semáforos que me encuentro en rojo justo el día que he quedado contigo.
Te hablo de la sonrisa instalada en mi cara y en mis ojos al verte a solo unos centímetros de mí con un café entre las manos, riendo con los ojos cerrados por alguna de las tonterías que han salido de mi boca mientras no podía dejar de mirar tus labios pensando en cómo sería besarlos.
Te hablo de un escalofrío subiéndome despacio hasta la nuca al notar cómo tu mano traviesa recorre decidida la distancia hasta mi mano agarrándola bien fuerte, como si, al igual que yo, tú tampoco quisieras soltarte nunca.
Te hablo de unos labios siempre sedientos de tus besos, y de unas manos que nacieron para fundirse una y otra vez con tu cuerpo.
Te hablo, por si aún no te has dado de cuenta, del día que llegaste para cambiarlo todo y quedarte para siempre.
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