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Mostrando entradas de marzo, 2016

Allí es donde quiero invitarte

Allí donde prácticamente nadie me ha visto,  donde se silencian los murmullos y se apagan los focos, donde la orquesta guarda silencio y la pista de baile se vuelve pequeña, donde me olvido de los filtros y me atrevo a caminar descalza, donde me atrevo a permanecer desnuda sin preocuparme por esconder cada uno de los rotos que ha ido naciendo en mi piel. Allí donde soy más vulnerable, donde los miedos a ratos se vuelven gigantes y le concedo a las dudas el derecho de hacerme temblar, sacando a la luz cada una de mis sombras. Allí donde más de una vez dejé a las lágrimas regarme los labios, donde no hay barreras ni muros que valgan para esconder el alma que dejo expuesta, bailando a ciegas sobre una cuerda floja de la que cualquier roce la puede hacer caer. Allí donde yo soy realmente yo, y no una imagen de mí misma. Allí donde yo soy como soy y no todo aquello que la gente espera. Allí donde no hay trampa ni cartón, donde me vuelvo frágil y transparente.....

Despertar

Al calor de la mañana hoy se sumaron tus labios, mi piel rozándote las manos  y una declaración a media voz. Van tus besos a mi cuello,  cosquillas de tu pelo y un corazón  desbocándose en mi pecho. ¿Oyes eso? Son mis miedos precipitándose hasta el suelo,  huyendo, heridos de muerte, al mismo ritmo que avanzan tus ganas por cada esquina de mi cuerpo.

Te escribo

Te escribo igual que te he escrito otras veces, soñándote con los ojos abiertos a tan solo unos metros de ti, mirándote dormir a la luz de una luna que, como yo, también se rindió a tu piel. Paseo mis ojos por cada una de tus curvas, descubriendo de nuevo, como cada noche, todos tus paisajes por primera vez, despertando mis ganas de perderme en ellos. Te escribo sin filtros, a corazón abierto y con el alma latiendo un "gracias por llegar y descubrirte ante mí". Te escribo así, mientras duermes, sabiéndote más libre que nunca y notando crecer mis alas al compás de las tuyas. Te escribo ahora, en el silencio de la noche, sabiendo a ciencia cierta que cuando abras los ojos volveré a quedarme sin palabras, y entonces serán mis ojos, mis manos y mi pulso los que te hablen, declarándote lo que ninguna frase puede decir.