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Mostrando entradas de julio, 2016

No debes tener miedo

Se acerca la hora de la despedida,  del "hasta luego", del "nos vemos pronto", y mientras te abrazo puedo leer en tus ojos la incertidumbre, las dudas y el miedo.  Créeme, no debes tener miedo.  No le temas ni al tiempo ni a la distancia porque son totalmente inofensivos.  No hay tiempo ni distancia capaz de separar dos almas  que se unieron para volar libres al compás del viento,  y la mía hace tiempo que dejó de ser mía  para ir a fundirse con la tuya y caminar de tu mano. Te llevo conmigo a cada paso.  Te escondes detrás de cada uno de mis gestos.  Mis sonrisas llevan tu nombre y en mi piel  resuena el eco de tus besos,  todos esos besos que pronto volverán a inventar para mí tus labios  y que lo míos imitarán en tu cuerpo  hasta borrar cada rastro de tus dudas. No, no debes tener miedo. No cuando, mientras te miro a los ojos, yo misma me asombro de todo cuanto te quiero.

Mini-Sueño: Amenizando la espera

El reloj cada vez avanza más lento, las horas son cada vez más largas y los días se vuelven eternos por más que intente distraerme. Pero lo peor viene en la noche, cuando la cama de pronto se vuelve demasiado grande y fría, y el silencio no para de gritarme incansablemente tu nombre...Te echo de menos, como ni siquiera sabía que se podía echar de menos a alguien. Y solo tu sonrisa consigue calmarme colándose a cada segundo en mi mente, amenizando la espera hasta nuestro ansiado próximo beso.

Hace un momento

Hace un momento la gente caminaba con prisas en todas direcciones sin ningún tipo de control ni cuidado, la megafonía resonaba a todo volumen sumándose al incansable ruido de tacones, maletas y voces, un niño lloraba sin consuelo a solo unos metros después de haberse caído al suelo, dos jóvenes reían a carcajadas mirando algún cartel y un señor de traje y corbata discutía demasiado fuerte por teléfono. Pero eso era hace un momento. Ahora ya no hay voces altas, ni carcajadas, ni llantos, ni maletas rodando, ni tacones marcando el paso, ni gente con prisas -aunque sospecho que todo eso sigue estando donde estaba-. Ahora solo hay unos ojos reencontrándose con los tuyos y unos brazos que se mueren por rodear tu cuerpo, mientras un corazón se desboca en el pecho ante la enorme alegría de volver a sentirse en casa después de tanto tiempo.