Sueños desordenados

Cuando llega el 20 de diciembre, o 22 (depende del año y las ganas de trabajar que tenga el que monta el horario universitario) se produce la llegada de las esperadas """"""vacaciones""""" de Navidad. En ese mismo momento tú, que tienes la lección bien aprendida (o eso crees) de años anteriores te dices a ti misma (y a todo Dios que tienes al lado, para que vean que eres una chica responsable y estudiosa como la que más) que sólo vas a tomarte un día de descanso antes de ponerte a estudiar para los exámenes de enero. Y lo cierto es que empiezas muy motivada, y el día siguiente dedicas toda la mañana a planificarte el tiempo de estudio en un croquis a todo color en el que gastas todos los subrayadores de colores que tienes en casa y en el que te esfuerzas en hacer la mejor letra de tu vida (que ya te podrías haber esmerado en hacer igual de bien tus apuntes, pero eso es otra historia). De acuerdo con ese super-mega-chachi-planing ll...

Fue en una noche sin luna, mirándose los dos a oscuras, cuando prometieron no soltarse jamás. Él se olvidó de su miedo a las alturas. Ella de todo el peso que llevaba de más Sonaba de fondo una orquesta, y sin vergüenza empezaron a bailar. Allí mismo sellaron su promesa, con uno de esos besos que saben a sal. Atrás se quedaban las dudas. Lejos el miedo a la soledad. En aquella noche sin luna, se entregaron la eternidad.

Si hay algo en lo que se basa nuestra vida es en nuestra forma de relacionarnos con los demás, y son precisamente esas relaciones las que convierten a la vida en algo interesante que vale la pena vivir. Sin embargo, son esas mismas relaciones las que nos provocan los mayores quebraderos de cabeza, y porque no decirlo, las lágrimas más amargas.  Porque mantener una relación con otra persona, ya sea una relación de pareja o una de amistad, no es tan fácil como pudiese parecer. De hecho, al igual que ocurre con todo lo verdaderamente importante en la vida, no nacemos sabiendo relacionarnos con la gente. Nadie tiene ningún manual de instrucciones que le diga cómo funcionan las relaciones, ni tampoco existen "normas" en las que podamos basarnos, porque cada relación es un mundo totalmente distinto a todas las demás. Entonces, ¿quién es capaz de hablar de relaciones "buenas" o "malas? ¿Quién puede juzgar la fortaleza de una relación? ¿Acaso tiene alguien derecho...

Debí verte llegar, amor. Encerrado en ese cuerpo de mujer perfecta, digno homenaje a la belleza. Oculto detrás de ese rostro dulce y angelical, tan perseguido como admirado. Escondido en el interior de esos ojos que hipnotizan y te transportan sin necesidad de irte a otro lugar. Debí darme cuenta, amor. Ser consciente de que esto iba a pasar sin remedio. Comprender que aquel pellizco que sentí no era una simple casualidad. Entender que el escalofrío que recorrió mi piel era indicativo de que esa vez no se trataba de una más, y que aquel encuentro poco tenía que ver con los demás. Debí notarlo amor, y ahora sé que realmente lo noté. Ahora sé que desde el mismo momento en el que me crucé contigo tuve muy claro lo que iba a ocurrir. Al fin he entendido que, sin saber ni cómo ni por qué, que incluso antes de ser consciente de que lo haría, me rendí ante ti sabiendo que dejaba mi futuro entre tus manos y mi destino en tus labios. No te vi venir, amor, y quizás fue ese factor sorpresa ...

Maldito cobarde es el tiempo que siempre escapa corriendo y sin mirar atrás.Quizás tiene miedo de ver lo que se va dejando en el camino, quizás no quiera parar por no pensar en lo que ha perdido. Maldito sea el tiempo y esa manía tan suya de no dejar de pasar. Parece haberse propuesto no dejar a nadie contento, y así va, pasando para algunos tan lento y para otros siendo tan fugaz. Maldito sea el tiempo y su facilidad por olvidar. Su falta de remordimientos al dejarlo todo atrás.  Quién pudiera aprender de él y dejar todo atrás sin esfuerzo, no dejar nunca de avanzar, no tomarse ni un momento para pensar. Maldito sea el tiempo y su libertad. Quién pudiera arrebatarle las riendas y poderlo domar. Y aunque solo fuera un segundo, quién pudiera ganarle un pulso al tiempo y detener su carrera tan solo un momento. El tiempo, siempre el maldito tiempo que nos pone entre las cuerdas y nos lanza al precipicio para hacernos sentir el vértigo de su velocidad. Malo si no deja de pasar,...

Siguen pasando las hojas del calendario y en lugar de hacerles daño, cada vez se hacen más fuertes. Ya son muchos días andando y, sin embargo, se les hizo corto el camino. Y es que, cuando te centras sólo en los pasos que estas dando en lugar de en los que te quedan por dar, ningún camino se hace largo. Al contrario. Se sorprenden al mirar atrás y ver que el principio cada vez queda más lejos, aunque no olvidado, porque hay principios imposibles de borrar. Y aunque llevan tanto tiempo andando, no tienen intención de parar. Parece que les ha gustado eso de caminar sabiendo que hay alguien que secunda cada uno de sus pasos Nadie sabe lo que puede deparar un camino pero, si los miras, parece bastante claro que pase lo que pase seguirán caminando juntos, y que lo harán sin soltarse de las manos. Es curioso, pero incluso quien no cree en el destino se convence al verlos que su encuentro estaba escrito. No sé si existirá el destino, pero ellos nacieron para caminar juntos.

Hay quien dice que buscamos nuestro destino en los lugares equivocados, y que malgastamos una gran parte de nuestra vida buscando aquello que le de sentido allí donde nunca lo encontraremos. Hay quien dice que nos hemos acostumbrado a mirar al mundo tratando de ver más allá de lo que realmente se extiende ante nuestros ojos, y tan empeñados estamos en querer ver de más que se nos escapan los detalles que realmente importan, a pesar de que los tenemos delante de nuestras narices. Vivimos inmersos en conocer otras realidades, en conquistar nuevos planetas, en encontrar un camino hacia otros mundos... Por desgracia pocos han llegado a comprender que, a veces, para encontrar la puerta hacia un nuevo mundo no es necesario apuntar tan alto, basta con aprender a mirar lo que tenemos cerca. Y, ¿quien sabe? Quizás descubramos en una mirada la entrada hacia un nuevo mundo, o encontremos el sentido de la vida reflejado en una sonrisa.