No te vi llegar

Debí verte llegar, amor. Encerrado en ese cuerpo de mujer perfecta, digno homenaje a la belleza. Oculto detrás de ese rostro dulce y angelical, tan perseguido como admirado. Escondido en el interior de esos ojos que hipnotizan y te transportan sin necesidad de irte a otro lugar.

Debí darme cuenta, amor. Ser consciente de que esto iba a pasar sin remedio. Comprender que aquel pellizco que sentí no era una simple casualidad. Entender que el escalofrío que recorrió mi piel era indicativo de que esa vez no se trataba de una más, y que aquel encuentro poco tenía que ver con los demás.

Debí notarlo amor, y ahora sé que realmente lo noté. Ahora sé que desde el mismo momento en el que me crucé contigo tuve muy claro lo que iba a ocurrir. Al fin he entendido que, sin saber ni cómo ni por qué, que incluso antes de ser consciente de que lo haría, me rendí ante ti sabiendo que dejaba mi futuro entre tus manos y mi destino en tus labios.

No te vi venir, amor, y quizás fue ese factor sorpresa lo que te hizo tan especial, lo que te diferencia de los demás. No te vi llegar, amor, pero haré todo lo posible por hacer que te quedes.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ojalá pudieras verte como yo te veo

Si me permites un consejo

El acoso de los talifanes