A ratos me odio y a ratos me quiero
Puede que las palabras más lógicas en este momento fuesen un "me he equivocado y me arrepiento, pero prometo que no volverá a ocurrir". Serían las palabras que cabría esperar, las mismas que he pronunciado otras veces en la misma situación. Pero, ¿qué sentido tiene pronunciarlas cuando tengo muy claro que no son ciertas y que no llegarán a cumplirse?
Soy muy consciente de que me he equivocado, y que si hay que culpar a alguien yo soy la única responsable. Tampoco es ninguna mentira que me arrepienta por cómo he hecho las cosas, pero eso no significa que pueda prometer que no volverá a ocurrir. Al contrario, tengo muy claro que una de mis mayores habilidades es la de tropezar una y otra vez con la misma piedra, aunque la haya visto de lejos, aunque sepa que está ahí, aunque sepa cuál será la consecuencia. No es que me justifique ni que me alegre de cómo soy. Nada más lejos de la realidad. Incluso diría que es uno de los defectos que más odio de mí misma, el no ser capaz de aprender de los errores, no ser capaz de reaccionar a tiempo aunque sea consciente de que voy por mal camino.
No me entiendo, pero me acepto y trato de llevarlo como mejor puedo. A ratos, como en estos momentos, llego a odiarme a mi misma y castigarme por mis errores, con la esperanza de aprender la lección para la próxima vez, pero casi siempre termino perdonándome y aflojando la mano, sabiendo que no tengo remedio. A ratos me odio y a ratos me quiero... Sí, me arrepiento de haberme equivocado y pido perdón, y aprovecho para pedir perdón para la próxima vez que vuelva a fallarme a mí misma, porque estoy segura de que ese momento volverá a llegar, una vez más.
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