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Mostrando entradas de agosto, 2014

Sueño de un baile

Se apagan las luces hasta ahora encendidas. A un metro de mi escucho hasta cuando respiras. Tras un segundo de rigor ya noto como te aproximas. Y yo que miro alrededor y busco a escondidas. ¿Quién me ha quitado todas las salidas? Se acaba el tiempo, ya ha empezado la canción. Tú te acercas y me pides que baile. Yo finjo la mejor de mis sonrisas. Mientras se me dispara el pulso, y noto que me tiembla el cuerpo. "Un momento, corazón,que se me ha caído el valor. No debe andar muy lejos. Se habrá escondido en un rincón el muy traidor. Cuando lo encuentre vuelvo". Intento huir, pero tus brazos me impiden el vuelo. Sin más clavas tus ojos en mí. Y mi cuerpo se junta con el tuyo. A nuestro alrededor desaparecen los murmullos. Me apetece conocer tu nombre, pero tu dedo en mis labios me obliga a callarme. Me guiñas un ojo y entonces empieza el baile. Tienes razón, ya habrá tiempo más tarde.

Decidir. Elegir. Renunciar

Cada una de las decisiones que tomamos implican una elección obligada, y cada una de esas elecciones nos obliga a renunciar a algo. Creo que ese es el verdadero motivo por el que la mayoría de nosotros odia tomar decisiones. Yo formo parte de esa mayoría. Siempre he odiado tomar decisiones, y aunque me haya pasado toda mi vida teniendo que tomarlas, no logro acostumbrarme a ellas, ni creo que jamás llegue a conseguirlo. Lo que más odio de enfrentarme a una elección es esa maldita sensación que se te queda dentro, esa sensación que te dice que elijas lo que elijas, una parte de ti se arrepentirá  de haberlo hecho. Sea cual sea la decisión que tomes, renuncies a lo que renuncies, nunca quedarás completamente satisfecho. Y da igual las veces que lo hayas hecho, da igual que lleves toda tu vida teniendo que enfrentarte frecuentemente a esas elecciones, porque nunca te acostumbras a esa sensación, a esa mezcla de alegría por lo que vas a vivir y tristeza por lo que sabes que vas a ...

Mini-sueño: No temas a la distancia

Quizás en la distancia está el secreto y ella sepa decirme qué esconden tus labios para que no quiera dejar de besarlos. Puede que ella me diga qué es lo que tiene tu pelo para que al olerlo consiga calmarme igual que un niño pequeño al abrazar su muñeco. Igual la distancia pueda decirme qué es lo que guardan tus ojos, capaces de hipnotizar a quien los mire, capaces de hablarme en silencio y de acariciarme por dentro. Quizás sea ella la que me haga entenderlo y me confirme que no tengo remedio. No le temas a la distancia porque lejos de poder separarnos, lo único que consigue demostrarme es que sin ti, no sé si puedo, pero desde luego no quiero estar.

Entonces seré libre

A veces me gusta pensar que soy libre, y pongo tantas ganas en ello que hasta consigo que la gente me vea así, libre. Hay ocasiones en las que por un momento incluso puedo llegar a convencerme a mí misma de que lo soy, y sonrío al verme como un pájaro alzando el vuelo sin nada ni nadie que me detenga, tan alto como quiero llegar. Un pájaro que depende solamente de sí mismo. Pero no es más que un espejismo, una careta con la que trato de ocultarme a la realidad, aunque la realidad siempre te encuentra por muchas corazas y escudos que te cubran.  Es muy fácil engañar a los demás, demasiado. Todo el mundo puede ser a ojos de los demás una persona totalmente distinta a la que es en realidad. Sin embargo es imposible engañarte a ti mismo. Da igual el empeño que pongas, da igual que incluso a ratos creas haberlo conseguido, la desilusión siempre llega. La cruel realidad siempre acaba golpeándote en la cara. Cuando te enfrentas a tu propia mirada frente a un espejo, cuando te enfrent...

Una despedida anunciada

En la vida todo llega, hasta lo que nunca se nos ocurrió imaginar, y lo hace de la forma más inesperada posible. Si hace algo más de un año alguien me hubiese dicho que este momento llegaría, lo más seguro es que me hubiese reído y le hubiese tomado por loco, pero a la vista está que las cosas cambian, y mucho. Hoy recibo un mensaje que anuncia que te marchas a vivir a otra ciudad. Si ese mensaje hubiese llegado hace algún tiempo mi reacción habría sido muy distinta a la de hoy. Probablemente mi primera reacción hubiese sido no creerme ni una sola de las palabras del mensaje. ¿Cómo podrías irte a otra ciudad y ni siquiera habérmelo comentado antes? Después, una vez asimilada que la noticia era cierta, la incredulidad daría paso a la tristeza de saber que alguien muy importante se marchaba lejos de mi. Supongo que más tarde habría llegado la promesa y el total convencimiento de no perder el contacto a pesar de la distancia, y por último las ganas de disfrutar al máximo el tiempo an...