Un instante en la ciudad
El reloj marca las 17:35 de un miércoles cualquiera en una calle céntrica perdida en mitad de la ciudad. Sentada en un banco se puede apreciar la calma, esa extraña calma frenética que reína en cualquier zona urbana, tan agobiante como adictiva. El chorreo incesante de coches cruzando en todas direcciones, la marea de gente paseando por las calles, cada a uno a su ritmo, cada uno a su propia velocidad y con su propio destino. Veo a solo unos metros a un niño que corre por la acera mientras su madre le persigue pidiéndole que no se separe de su lado, a una pareja sentada en un banco que no deja de mirarse y reír, una mujer mayor que camina ayudada por el brazo de un chico joven que no la pierde ni un momento de vista, un grupo de jóvenes reunidos en la terraza de un bar al rededor de unas cervezas mientras tratan de arreglar el mundo, un hombre trajeado que discute por teléfono mientras mira inquieto su reloj una y otra vez y no detiene el paso, una mujer embarazada que acaric...