El amor no es química, sino magia
Conozco a quien es capaz de explicar la fase de enamoramiento entre dos personas con una lista interminable de compuestos , moléculas, receptores y un sin fin de reacciones químicas, como si el amor fuese una operación matemática lógica y precisa. Según esa teoría el amor sería un proceso mecanizado dividido en etapas que se preceden y se regulan las unas a las otras. Algo como esto:
"El amor comienza con el inicio de la fase A, la cual libera la molécula X produciendo el paso al estado B. En dicho estado se desencadenan las reaciones 1 y 2, alcanzándose la fase C, la que a su vez produce una inhibición de las hormonas producidas en la fase inicial de todo el proceso mediante un sistema de Feedback negativo".
Reconozco que cuando escuché la explicación de todos aquellos procesos y reacciones, aunque no entendí ni la mitad de las cosas que allí se dijeron, me pareció una teoría bastante elaborada y con mucho sentido, como aquellas teorías científicas y rutas metabólicas que me ha tocado aprenderme a lo largo de la carrera a pesar de que no termine de entenderlas. En aquella charla se presentaban pruebas y evidencias con las que pretendían convencerme de que el amor no es más que un conjunto de reacciones automatizadas que pueden inducirse o bloquearse cuando entiendes sus mecanismos. Y sí, por un momento pensé que aquello podría ser cierto. ¿Por qué no? Al fin y al cabo el funcionamiento del cuerpo humano es todo un misterio.
Pero conforme he ido pensando en aquella teoría y analizando las relaciones amorosas que he vivido de cerca más descabellada la veo. Sí, puede que sea cierto que se produzcan todas esas reacciones, y puede que haya una inmensidad de compuestos químicos implicados en el amor. Puede que tengan parte de razón en todo eso que explican, pero estoy convencida de que el amor es mucho más que eso.
Y es que esa teoría no conseguía explicarme el vértigo al encontrarse de pronto en los ojos de alguien a quien ni siquiera conoces, o esa sensación de que el tiempo se detiene al sentir un roce en tu mano o un susurro en tu oído, o esos momentos de bipolaridad y de disputas contigo mismo que se experimentan al principio de todo, cuando te niegas a ti mismo estar sintiendo algo que en el fondo sabes que te está dando la vida, o la sensación de haber llegado a caso al sentir ese olor o al rememorar su imagen en tu mente...
Los científicos siempre intentan encontrar una explicación lógica a todo, es un defecto profesional muy difícil de evitar. Pero por mucho que cueste creerlo hay cosas que escapan de la lógica y de las leyes que conocemos, cosas inexplicables a las que nunca encontraremos sentido por más que estudiemos. Y es precisamente ese su gran encanto: su falta de previsibilidad. No es necesario entenderlo y controlarlo todo. No hay quien entienda ni controle el amor por mucho que pase su vida estudiándolo. El amor no es cuestión de química, sino de magia.
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