Entonces llegas tú
Y entonces llegas tú con tus buenas intenciones, jugando a derribar las murallas que tanto tiempo me costó levantar e insistiendo en recorrer terrenos pantanosos por los que nadie se atrevió nunca a caminar, ni siquiera yo. Ahora llegas tú, insensato, retando a un corazón cobarde que lleva demasiado tiempo dormido, escondido detrás de cientos de candados y con serias dificultades para vivir más allá del mecánico y monótono latido. Créeme, no sabes dónde te estás metiendo, porque si lo supieras ya hubieses dado media vuelta y hubieses desandado el camino, y tu mente me hubiese borrado, y tus ojos ya se hubiesen desintoxicado de mi imagen. Y nadie podría reprochártelo, ni siquiera yo. Yo menos que nadie. Así que hazlo, hazlo antes de que sea tarde y huye tan lejos como puedas convirtiéndome en un recuerdo pasajero que pronto saldrá de tu mente. No lo arriesgues todo por un imposible, ni te dejes arrastrar por los huracanes que llevo dentro, porque no merece la pena. Huye. Hazme caso...