No nos conocemos
Tú y yo no nos conocemos. No sabes cómo es mi voz, no eres capaz de ponerme cara, no sabes de qué color tengo los ojos, cómo tengo el pelo o cómo visto. Y yo tampoco sé nada de ti. A ojos de cualquiera no somos más que un par de extraños y, sin embargo, a ti te lo he contado todo, hasta aquellas cosas que mi gente más cercana desconoce. Te he contado mis errores y mis aciertos, mis penas y mis alegrías, te he hablado de amores y de desamores y te he desvelado mis secretos más íntimos. He compartido contigo mi forma de mirar y mi manera de entender el mundo y te he abierto de par en par una ventana con vistas a mi parte más personal y privada, a esa que tanto pudor me da sacar a la luz. Y a pesar de todo eso no nos conocemos, no somos más que dos perfectos desconocidos. Podríamos habernos cruzado más de mil veces por la calle, o incluso podríamos haber intercambiando en algún momento una de esas conversaciones absurdas que se dan en los ascensores o en las paradas de autobús. Podría haberte tenido alguna vez delante sin ser consciente de que mis palabras alguna vez llegaron hasta a ti y te acompañaron aunque solo fuera durante unos minutos y, quién sabe, quizás alguna vez consiguieron sacarte una sonrisa o darte consuelo. Y tú podrías haberme tenido delante sin ser consciente de que era yo quien más de una vez y más de dos ha puesto su corazón en tus manos a través de mis palabras... Podría decir, sin miedo a equivocarme, que me conoces como prácticamente nadie me ha conocido nunca y, sin embargo, no somos más que dos extraños.
Comentarios
Publicar un comentario