Lo malo conocido

"El ser humano es el único animal capaz de tropezar varias con la misma piedra", algo que debemos agradecerle a nuestra cabezonería y, sobre todo, a nuestra incapacidad de reacción. Temblamos de miedo a la hora de coger el timón y virar nuestra dirección, a la hora de tomar decisiones. No nos importa tropezar una, dos, tres u ochenta veces con la misma piedra -por mucho que en cada tropiezo aumente nuestra frustración y nuestro odio hacia esa pobre piedra cuyo único delito es permanecer allí donde siempre ha estado-, y no nos importa porque estamos acostumbrados a la resignación, porque vivimos acomodados en "lo malo conocido". 

Aun sabiendo que existen alternativas, que hay herramientas para apartar o saltar las piedras y que tenemos la posibilidad de elegir otro camino, siempre nos resulta mucho más sencillo volver a tropezar de nuevo con la misma piedra, sabiendo que al menos caeremos en un suelo ya de sobra conocido. Un suelo que nos asfixia, que nos supera y que nos limita, pero que al fin y al cabo no nos asusta tanto como la sola idea de salirnos de nuestra zona de confort, de nuestro "lo malo conocido" particular. Por eso insistimos en recorrer el mismo camino una y otra vez, y culpamos de todos nuestros males a esa piedra que nos hace caer, o al azar o destino que nos ha llevado hasta ella, únicamente por ser incapaces de asumir que el problema somos nosotros y que solo nosotros podemos encontrar la solución. Nos dedicamos a centrar el foco en esa estúpida piedra, creyendo que así conseguiremos que desaparezca por arte de magia, o a lanzar un silencioso mensaje de socorro a todos aquellos que nos rodean, ansiando que alguien se apiade de nosotros y se decida a quitar ese obstáculo de nuestro camino para permitirnos avanzar.

Qué insensato... Qué insensato poner en manos de otros nuestra propia felicidad. Qué insensato dejarnos arrastrar por la marea sin hacer un mínimo esfuerzo por escapar de ella. Qué insensato resignarse a ver pasar la vida por el miedo a vivirla. Qué insensato, qué cobarde y qué absurdo vivir encerrado en la zona del falso confort, muriéndonos en vida y ahogados por la resignación.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ojalá pudieras verte como yo te veo

Si me permites un consejo

El acoso de los talifanes