Cualquier minuto puede ser el último
Vivimos nuestra vida como si fuese eterna, como si nunca fuese a terminar. Vivimos convencidos de que el mañana estará siempre disponible para nosotros, confiando en que siempre nos encontraremos con una nueva oportunidad. Pero lo cierto es que, por mucho que nos cueste asimilarlo, y aunque no queramos ser conscientes de ello, esta vida no es más que un suspiro efímero que viene con fecha de caducidad. Vivimos en un mundo fugaz al que llegamos por casualidad y del que nos echan sin previo aviso, estemos preparados o no. Nada, absolutamente nada es eterno en esta vida, ni siquiera la propia vida. Y si es que en algún momento nos olvidamos de ello, es ella misma, la vida, esa que en ocasiones puede llegar a ser maravillosa, la que nos lanza un jarro de agua fría para hacernos despertar de nuestra fantasía de cuento de hadas, la que nos hace aprender bien la lección, aunque sea a la fuerza, aunque sea de la forma más cruel que existe. Hoy estoy aquí, y eso es lo único que puedo sabe...