Amaneceres teñidos de gris


La luz de un nuevo día llegaba y de nuevo los primeros rayos del sol le sorprendían sentado en aquel cómodo sillón de cuero. En su mano su inseparable cigarrillo y aquel pequeño colgante que siempre le acompañaba. Su mirada perdida en el horizonte, en los colores que poco a poco iban iluminando aquella ciudad. Hacía tiempo que había hecho de aquello un ritual. Su momento del día. Le gustaba pensar que ella, desde donde quiera que estuviese, también dedicaba esos minutos a contemplar el amanecer. Se la imaginaba sentada en algún rincón escondido, sonriendo ante las formas que iban dibujando los edificios al ser alumbrados por el sol, disfrutando de los colores que iban poco a poco adornando la ciudad, y sin poder evitarlo su mente viajaba en el tiempo, volviendo a  aquella mañana en la que ella le convenció de subir a la terraza para ver el amanecer:

-          - ¿Sabes que se puede adivinar cómo será el día, solo con mirar el amanecer?- Dijo sin dejar de mirar hacia delante-. Solo tienes que fijarte en los colores que aparecen en el horizonte. Los días bonitos se visten de colores vivos y llamativos, de colores alegres que invitan a soñar y a reír… Los días tristes vienen marcados por el gris.

-          - Claro. Entonces, según tu teoría, los días de lluvia no se puede tener un buen día, ¿no? -Contestó sin poder evitar reír ante el entusiasmo con el que hablaba-.

-         -  Claro que se puede. Los amaneceres son siempre iguales, somos nosotros quienes los pintamos de un color u otro según nuestro estado de ánimo. Por eso es bueno dedicar un tiempo cada día a contemplar los colores del horizonte, porque solo así tenemos la oportunidad de cambiar aquellos colores que no nos gustan.

Desde que ella se marchó, cada mañana repetía el mismo ritual. Se sentaba en su sillón de cuero junto a la ventana, y cigarrillo en mano, se esforzaba en buscar los colores en el horizonte sin dejar de apretar su colgante con su mano derecha. Sin embargo, hacía meses que sus amaneceres estaban teñidos de gris. Quizás los amaneceres se habían marchado junto a ella. Quizás era ella la que pintaba de colores cada nuevo amanecer...

Os dejo la canción que sonaba de fondo mientras escribía. Para mí una de esas canciones que te transportan a otro lugar: 
Faro de Lisboa -Revólver y Enrique Bunbury

(Esta entrada, quizás no sea una entrada más. Quizás esta entrada sea el principio de algo que poco a poco va cogiendo forma.)

Comentarios

  1. Te equivocaste de carrera chiqui, lo tuyo es la literatura, escribir!!!!

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