Vacaciones de Agosto
Siempre escuché aquello de que
algún día dejaría de pensar que el tiempo pasa lento, que aprendería a reírme
de mis fallos, a valorar cada momento vivido, a sacar el valor a los cosas
pequeñas, a tener paciencia, a disfrutar
de las cosas que en aquel momento me parecían aburridas. Reconozco que nunca
llegué a creerme aquello. Me tomé esas palabras a risa, como si fuera uno de
esos cuentos que siempre me contaban de pequeña para tenerme entretenida. Ahora
soy consciente de que quizás aquella era una de las más grandes verdades que me
han dicho nunca, y ha sido el paso del tiempo el que me ha hecho darme cuenta
de ello.
Tampoco voy a engañar a nadie,
soy aún demasiado joven para haberlo comprobado todo por mí misma, y eso hace
que aún queden algunas de aquellas cosas que me dijeron que no he podido
experimentar por mí misma, como aquello de saber reírme de mis fallos. Pero
confío en que, con el paso del tiempo y conforme vaya viviendo, iré aprendiendo
por mí misma lo que tanto me han ido diciendo desde que era niña. Tampoco hay
prisa, al fin y al cabo me queda aún, espero, mucho camino por recorrer.
Sin embargo, sí que hay cosas que
he conseguido aprender a través de mi experiencia, y es aquello de aprender a
disfrutar de aquello que antes tanto me aburría. Un ejemplo de ello son las
vacaciones. Llegó un momento cuando era más pequeña en el que odiaba repetir
todos los años la misma rutina en el mes de agosto, ir a los mismos sitios y
hacer siempre lo mismo. Cada vez que llegaba agosto tocaba revolverlo todo para
hacer la maleta, cargar el coche hasta los topes y poner rumbo hacia el pueblo
donde nos juntaríamos toda la familia. Como he dicho, hasta hace poco me
resultaba tremendamente aburrido repetir una y otra vez el mismo plan, con las
mismas salidas y la misma rutina, y siempre estaba deseando que el tiempo
pasara rápido para poder volver a mi casa.
Ahora las cosas han cambiado.
Ahora he sido capaz de apreciar que, aunque la rutina es siempre la misma,
ningún año tenemos unas vacaciones iguales. Puede que el año pasado también
hiciésemos ese viaje hasta una casa rural para disfrutar de piscina, playa y
barbacoa, puede que incluso mi tío un año más hubiese vuelto a perderse de
camino a la casa, puede que al llegar, de nuevo hubiésemos olvidado echarnos
algo importante a la maleta y tuviésemos que salir de urgencia a comprarlo en
el pueblo. Y sí, puede parecer lo mismo, pero no lo es, porque ese año nos
acompañaba por primera vez la pequeña de la casa, la que nos enseñó a disfrutar
de otra forma de cada rincón de aquella casa en mitad del campo, la que nos
hizo dibujar un recuerdo diferente de aquella casa. Recuerdo que ese año fue el
primero en el que el tiempo se me hizo demasiado corto, en el que deseé
retroceder en el tiempo para que las vacaciones de agosto volvieran a empezar
de nuevo. Ese año entendí que no me importaba dónde fuésemos de vacaciones, que
no me importaba repetir año tras año el destino, porque si sabes disfrutar de
lo realmente importante, el destino de las vacaciones no importa.
Las vacaciones de agosto ya están
aquí, y de nuevo toca hacer maletas, cargar coches y emprender el viaje. Sí,
otra vez, esta semana de agosto está reservada para recuperar la misma rutina
de todos los años. Otra vez las prisas por no llegar tarde, las quejas de todos
porque el conductor se desvía del camino, la regañina por habernos olvidado de
algo importante… Otra vez las vacaciones de agosto, y a diferencia de otros
años, esta vez afronto las vacaciones con una sonrisa al imaginarnos de nuevo a
todos juntos disfrutando de aquella casa como todos los años, como si fuese la
primera vez que la pisamos. Y mientras escucho las quejas del mayor de los
enanos por no querer ir a aquella casa, yo sólo sonrío sabiendo que quizás el
próximo año él esté como yo estoy ahora, pidiendo en silencio que esta vez el
tiempo no pase tan deprisa, que no llegue la hora de volver.
PD: Toca disfrutar de las vacaciones, nos leemos a la vuelta
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