Gracias
Cuando era pequeña recuerdo que escribía tonterías basadas en las series de dibujos que veía. Trataba de inventarme capítulos nuevos de mis series preferidas, y el resultado eran fragmentos escritos con mala letra, con faltas de ortografía y que carecían de ningún sentido. Aquello no eran más que tonterías de una niña pequeña a la que un día le daba por escribir y otro por esconderse debajo de la mesa del salón, rotulador en mano, para pintarla a escondidas (manía por la que me gané algún que otro castigo), y que el mismo día en el que eran escritos acababan siendo tirados a la basura.
Sin embargo, fue con 9 años más o menos cuando por primera vez escribí algo porque sentí la necesidad de hacerlo. Hacía poco tiempo que mi tío había fallecido en un accidente de tráfico y yo, después de unos meses en los que no era capaz de entender las lágrimas de mi familia y me sentía culpable por no poder llorar al igual que ellos, una tarde no sé por qué entendí que mi tío no iba a volver nunca, y sin más me senté delante de una hoja en blanco y me puse a escribir sin pensar en lo que escribía. Esa fue la primera vez que lloraba la pérdida de mi tío. Ese día fue cuando empecé a sentir la necesidad de escribir como una vía de escape, como una forma de dejar salir todo aquello que me preocupaba o me rondaba por la mente y que, por mi extrema timidez y por mi dificultad a la hora de expresar mis sentimientos, no era capaz de contarle a nadie.
Pocos después de aquel día mi madre encontró la libreta en mi habitación mientras limpiaba, ella se la enseñó a mi padre, mi padre a mi tío, y él se encargo de pasar lo que yo había escrito al ordenador y de imprimirlo. Al parecer me preguntaron si yo había escrito aquello, aunque ni siquiera me acuerdo de ese momento. Mucho tiempo después, aquello que escribí apareció en un cajón de mi casa mientras limpiábamos, y mis padres me contaron que cuando lo encontraron les había emocionado tanto que habían querido guardarlo junto a las cosas de mi tio.
Desde ese día en el que una niña de 9 años se puso a escribir sin saber muy bien por qué aquello que años después encontré en un cajón y titulé "El tiempo perdido no vuelve", no he dejado de hacerlo. Y nunca ha sido un hobby ni nada parecido, sino una vía de escape que necesitaba. Escribo exclusivamente como un desahogo, sin pretensión de recibir muchas visitas o que le guste a un determinado número de personas. De hecho nadie de mi familia sabe que escribo, porque en parte me da vergüenza. Además, tampoco creo que tenga talento para escribir. Yo no soy escritora, solo alguien que apunta lo que piensa en un papel, como podría hacer cualquiera. Por eso no deja de sorprenderme (y de emocionarme) que haya gente que dedique una parte de su tiempo en leer este blog que un día cree para liberarme de mis preocupaciones escudándome en el anonimato. No soy capaz de entender que alguien pueda emocionarse o pueda hacer suyo algo que yo he escrito, pero me siento muy agradecida por ello. Así que desde aquí, y aunque no hay un motivo especial para hacerlo, quiero agradecer a todos los que alguna vez han perdido unos minutos de su tiempo leyendo algo mio.
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