Por cobardía

De pronto te encuentras en la obligación de elegir, y viéndote incapaz de hacerlo decides jugártelo a cara o cruz. "Si sale cara, lo hago", te dices antes de lanzar la moneda al aire, pero te arrepientes en el mismo momento en el que la moneda vuelve a caer en tu mano y ha salido cara, y decides volver a tirarla mientras te dices a ti mismo que "siempre ha sido al mejor de tres". De nuevo la moneda en el aire, de nuevo vuelve a salir cara y de nuevo vuelves a echarte atrás buscando cualquier excusa tonta que te permita invalidar el lanzamiento. Así hasta que por fin consigues que salga cruz, que es lo que esperabas desde el principio. Entonces, si tan claro tenías lo que querías, ¿por qué montar todo ese paripé absurdo? 

La respuesta es muy fácil. Por lo mismo que prefieres que te lo den todo hecho y el camino marcado: por cobardía. Para poder lavarte las manos en el momento en el que descubras que la decisión que has tomado no es la más acertada. Para poder tener un culpable al que cargar con todos tus errores porque tú no te encuentras con fuerzas para poder asumirlos. Para poder seguir durmiendo por la noche sin que las dudas o los reproches ocupen tu mente y consigan desvelarte. Y sí, puede que te esfuerces en creerte que no ha sido culpa tuya y que todo es obra del azar, el destino o lo que quiera que sea que controle esa moneda, pero no puedes engañarte a ti mismo ni puedes escapar de la realidad. Y si no son tus errores será tu cobardía, pero nadie puede escapar de los reproches que nos quitan el sueño. Los reproches por tomar una decisión equivocada, o los reproches por no haber tenido el valor suficiente de apostar por lo que queríamos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ojalá pudieras verte como yo te veo

Si me permites un consejo

El acoso de los talifanes