Has vuelto y he vuelto

Has vuelto. Te tengo delante, te estoy viendo y aun así vuelves a estar muy lejos. Has vuelto como siempre lo haces, sin quitarte el abrigo, sin tomar asiento y dejando la puerta abierta para no perder tiempo cuando decidas marcharte. Y los dos sabemos que volverás a marcharte tarde o temprano... Conociéndote me atrevo a decir que será temprano. Supongo que será de madrugada, cuando toda la casa esté a oscuras y yo esté durmiendo.

Has vuelto, y aún sabiendo todo lo que sé, yo también he vuelto. He vuelto a abrirte la puerta, a dejarte pasar sin preguntarte nada, sin pedir explicaciones. He vuelto a pasarlo todo por alto, como siempre he hecho, aunque esta vez no me crea absolutamente nada, aunque esta vez ni siquiera intente engañarme queriendo ver una luz en tus ojos que lleve mi nombre o un rastro de disculpa en tu sonrisa. Y eso es lo peor de todo. Lo peor es que sé que no podré culparte cuando decidas marcharte, porque yo seré la única culpable.

Has vuelto, y mi desgracia es que a ti no sé decirte que no, por mucho que quiera y necesite hacerlo. Eres esa obsesión que escapa de toda lógica y control, el veneno al que sigues enganchado por mucho que sepas que te acabará matando. Pero solo eres eso, veneno. Un veneno del que ya ni siquiera me gusta el sabor, que no me aporta absolutamente nada pero que aun así sigo tomando una y otra vez por la costumbre de hacerlo.

Has vuelto, y yo también he vuelto. He vuelto a utilizarte como excusa para seguir regocijándome en mi desdicha. He vuelto a tomarte como mi excusa para no atreverme a luchar por ser feliz.

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