No digas nada
No digas nada.
En realidad no hace falta.
Solo quédate ahí,
en silencio al otro lado de la almohada,
mirándome a los ojos
como quien descubre el mar por primera vez,
mientras mi mano juega a enredarse en tu pelo.
No digas nada.
Créeme, no hace falta decir nada.
Dejemos que sean nuestros ojos,
cada poro de nuestros cuerpos,
los que lo digan absolutamente todo.
En realidad no hace falta.
Solo quédate ahí,
en silencio al otro lado de la almohada,
mirándome a los ojos
como quien descubre el mar por primera vez,
mientras mi mano juega a enredarse en tu pelo.
No digas nada.
Créeme, no hace falta decir nada.
Dejemos que sean nuestros ojos,
cada poro de nuestros cuerpos,
los que lo digan absolutamente todo.
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