Las necesarias mentiras de la imaginación

Recuerdo que hace unos años, cuando miraba el cielo y lo veía repleto de pequeñas luces brillantes creía que lo que estaba viendo eran las velas que los ángeles encendían para poder alumbrarnos por la noche y seguir cuidando de nosotros. Es curioso, pero por tonta que parezca esa idea, a mi me parecía la explicación más lógica del mundo, y gracias a ella conseguía irme a la cama con la tranquilidad de que no podría pasarme. Cuando me despertaba por la noche y me veía sola en mi habitación, lo primero que hacía era dirigir mi mirada hacia la ventana, y entonces recordaba que los ángeles seguían alumbrándonos desde el cielo. Así desaparecía mi miedo y conseguía volver a dormirme.

Ahora cada vez que miro el cielo, y por mucho que me esfuerzo, no consigo olvidarme de que esos puntos de luz que lo alumbran no son más que estrellas de "polvo" que se encuentran a años luz de nosotros y que nada tienen que ver con los ángeles ni pueden hacer nada para protegernos. De hecho, la mayoría de ellas hace años que dejaron de existir, y su luz no es más que un espejismo. 

Algunas veces me despierto intranquila a media noche y dirijo mi mirada hacia la ventana en busca de las velas que me alumbraban de pequeña, pero ahora sólo hay estrellas.

Conforme vas creciendo tu entorno te enseña a mirar las cosas de una forma crítica,  a no dejarte llevar por las apariencias, a que la razón ocupe el espacio que antes ocupaba tu imaginación. Y no es que quiera quitarle valor a la verdad de la razón, pero a veces son necesarias las mentiras de la imaginación para poder combatir a los miedos y seguir viviendo.

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