Lazos que ni existen, ni existieron

Hoy me ha llegado la invitación a una cena con la que se pretende reunir a todos los que fuimos compañeros durante el último curso del instituto. El mensaje dice algo así como que nos debemos una cena por todos los años que hemos compartido juntos, por todos esos recreos en los que nos juntábamos todos en las gradas junto a las pistas de fútbol. Después de leer el mensaje no he podido evitar preguntarme hasta qué punto es eso cierto. Quiero decir, es cierto que hemos pasado muchos años viéndonos a diario en clase, que cuando sonaba la campana que daba inicio al recreo todos nos dirigíamos a las gradas y que tenemos numerosos recuerdos comunes. Probablemente si se observa la situación desde fuera están muy claros los lazos que nos unen, sin embargo yo no los tengo tan claros. ¿Realmente han existido lazos entre nosotros alguna vez? Para mí la respuesta es bastante clara: No.

Y es que si me paro a pensar en aquellos tiempos, ahora desde la distancia soy capaz de darme cuenta de que nunca hemos sido un grupo unido, sino más bien un conjunto de subgrupos con pocas cosas en común entre ellos que un día se cruzaron por una serie de circunstancias. Sí, es cierto que pasábamos todos los recreos juntos en el mismo punto del patio, pero jamás compartimos ese espacio. Estábamos en el mismo sitio al mismo tiempo, pero nunca estuvimos juntos. Yo salía todos los días al patio, me dirigía hacia las gradas y rápidamente me acomodaba junto a los míos, junto a mi pandilla (los mismos a los que sigo buscando casi a diario para compartir algún que otro rato), y poco me importaba quién estuviera allí a parte de nosotros. 

Es cierto, puede que conozca sus nombres, puede que pasara mucho tiempo con ellos, pero eso no hace que dejen de ser extraños. Como a ese chico que me cruzo cada mañana cuando voy a dar un paseo con el perro. Sé que se llama Javier porque un día alguien lo llamó así, sé que tiene un perro llamado Coco al que le encanta jugar con una pelota demasiado grande para él y sé que baja todos los días al parque, siempre con ropa de deporte y un periódico en la mano que lee mientras su perro juega. Sé algunas cosas de su vida, y creo que en alguna ocasión nos hemos saludado y hemos compartido algunas palabras, pero eso no hace que deje de ser un extraño para mí. No sé cuáles son sus gustos, cuál es su vida, ni en qué trabaja si es que lo hace... ¿Qué tienen de diferente este chico y mis antiguos compañeros de clase?

Cuando íbamos al instituto recuerdo que la mitad de los "subgrupos" no se soportaban entre ellos, la mayoría de hecho se ignoraban fuera del centro. Por eso no entiendo qué sentido tiene,  ahora que han pasado ya varios años, reunirse en una cena con todas aquellas personas que nunca han significado nada para ti, fingiendo que te importa lo que ha sido de sus vidas durante este tiempo solo porque una vez compartisteis algo. 

Sé que mi punto de vista puede resultar algo radical e incluso "antisocial", pero soy de la opinión de que el hecho de que existan una serie de circunstancias que nos hagan cruzarnos con una determinada persona no es motivo suficiente para que se creen verdaderos lazos. Entonces, ¿por qué la gente sigue empeñada en inventarlos cuando realmente no existen?

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