Jugando a ser jueces
Cada vez es más normal ver a la
gente hablando de cosas que ni ha visto ni ha vivido, cada vez hay más gente juzgando lo que no conoce. Nos importa muy
poco si sabemos la historia o no, porque nosotros igualmente nos creemos con
derecho a opinar sobre ella, y no contentos con eso, además nos encargamos de
buscar nuestros propios culpables, aunque no haya pruebas ni motivos para
culparlos. ¿Qué más da que lo sean o no? Total, lo único que nos importa es
buscar a un malo al que cargar con todas las culpas, y da igual si lo es o no,
lo importante es que nosotros lo creemos culpable, y entonces todo vale. Entonces
nos da igual no saber cómo han ocurrido las cosas, porque no nos hace falta,
nosotros somos tan listos que los detalles que desconocemos nos los inventamos.
Todo vale. Lo importante es encontrar a quien cargue con las culpas.
Siempre que se trata de juzgar a
alguien somos los primeros en aparecer, pero muy pocos son los que se molestan
en conocer los motivos de cada uno, en entender el porqué de las cosas. El
problema es que no todas las historias tienen un culpable. Debemos entender
que, por mucho que nos cueste aceptarlo, no en todas las historias podemos encontrar a un
bueno y un malo. A veces simplemente llega un momento en el que las cosas
cambian por sí mismas, sin que nadie haya hecho nada para provocar el cambio.
Pero no, parece que eso no nos
entra en la cabeza porque sí, siempre es más divertido crear nuestra propia
versión de la historia y convertirnos en jueces. Ese es el juego: de pronto esa
persona a la que siempre habíamos considerado
como la mejor persona del mundo la transformamos en el mismísimo diablo… Yo
solo me pregunto una cosa, ¿de verdad no tenéis nada mejor que hacer que
meteros en la vida de los demás? ¿De verdad consideráis que tenéis una vida tan
perfecta como para atreveros a juzgar la de los demás?
Siempre me han enseñado aquello
de no hablar de lo que no sabes y no juzgar lo que no conoces. Desde pequeña me
han enseñado que debía vivir mi vida como creyese oportuno y dejar que los
demás vivieran la suya como quisieran, y la verdad es que si todos siguiésemos
ese consejo las cosas nos irían mucho mejor.
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