Mientras duermes

Mientras duermes me dedico a observarte en silencio, a volver a aprender de memoria cada línea de tu rostro, cada uno de tus gestos, esos que tengo grabados a fuego en mi mente, esos que soy capaz de visualizar sin tenerte delante, esos que sería capaz de dibujar sin necesidad de verte.  

Mientras duermes me dedico a mirarte, a recordar cada uno de los minutos que he pasado contigo desde aquel día en el que hablamos por primera vez en aquel banco. Lo cierto es que no recuerdo muy bien cuál fue el motivo, ni de qué hablamos, aunque apuesto a que yo empecé a hacer el tonto, como de costumbre. Sólo sé que desde aquel mismo día pasaste a ser una parte fundamental en mi vida. Desde aquel día pasaste a formar parte de mí, y pase lo que pase sé que eso no cambiará nunca, simplemente porque no sé vivir sin tenerte cerca.

Mientras duermes pienso en todo lo que hemos pasado juntas, en todas las aventuras, en todas las locuras, en aquellos días en los que nos pasábamos horas en silencio, en los que no hacía falta palabras para saber que nos teníamos la una a la otra, en aquellas largas conversaciones en las que nos desahogábamos juntas, en todas aquellas veces que pasamos horas riéndonos de todo, e incluso en aquellos cabreos tontos que acababan dos minutos después de haber empezado.

Mientras duermes se me escapa una sonrisa al recordar cómo cambiaron las cosas, como conseguiste poner todo mi mundo del revés sin que pudiese darme cuenta. Recuerdo como conseguiste que me fuese rindiendo ante sí sin darme cuenta. Sin prisas, sin agobios, sin que pudiese notarlo, sabiendo que esa era la mejor forma de luchar contra mis miedos y mis inseguridades. Recuerdo como de forma silenciosa te fuiste colando dentro de mí, respetando mis tiempos y los espacios que necesitaba, enseñándome que ere posible entregarse a alguien sin perder tu libertad.

Mientras duermes no puedo dejar de admirarte al pensar en todo lo que has hecho por mí, en tus esfuerzos por hacerme ver que valía más de lo que pensaba, por hacerme entender que debía valorarme, por enseñarme a quererme y respetarme a mí misma. Aún no consigo entender cómo has conseguido borrar de un plumazo todos los miedos y los complejos que llevo alimentando desde hace años, pero lo cierto es que has conseguido acabar con todos ellos en apenas unas semanas.


Esta noche, como tantas otras me dedico a observarte en silencio, sonriendo al verte sonreír en sueños, al ver cómo te mueves para buscarme. Esta noche me dedico a mirarte una vez más mientras duermes, convenciéndome de que hay gente a la que vale la pena dejar entrar en tu mundo. Esta noche te miro y sonrío pensando en que las personas como tú son las que hacen que el mundo merezca la pena. Mientras duermes me dedico a contemplarte, y mientras lo hago no puedo evitar que se me escape ese “te quiero” que nunca había sido capaz de decir en voz alta, que nunca había sido capaz de entregar.

Para mi enana, la enana más grande que he conocido nunca

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