La verdadera libertad

Es curioso. Te pasas media vida persiguiendo sentirte libre, haciendo todo lo posible por conseguirlo. En nuestra búsqueda por la libertad a veces apartamos a gente de nuestro lado, solo porque pensamos que la condición para ser libre es no entregarte a nadie. Y no nos damos cuenta de lo equivocados que estamos.

Sin embargo llega el día en el que aparece en tu vida la persona  destinada a hacerte descubrir lo que es sentirse libre. De un momento a otro empiezas a descubrir que la verdadera libertad no es la que se encuentra estando solo, sino aquella que te embarga al caminar de su mano, la que sientes cuando al mirar sus ojos comprendes que estás donde siempre quisiste, que no hay ningún otro lugar del mundo que importe. Descubres sin pretenderlo que todos tus esfuerzos por ser alguien fuerte no han servido de nada, porque la verdadera fortaleza no reside en aguantar cada uno de los golpes que recibes, sino en tener a tu lado a quien te levante después de caer, a quien te ceda sus brazos como refugio, a quien te haga sentir en casa cuando te acune en su regazo.... La verdadera fortaleza reside en tener un lugar en el que, sin serlo, te sientas invencible.

Sin más te levantas un día sabiendo que nunca has sido más libre que en ese momento. Y aunque parezca mentira, cuanto más entregas, más libre.

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