¿Dónde estoy y cómo he llegado?
¿Dónde estoy y cómo he llegado hasta aquí? Es muy probable que algunas vez te hayas hecho esa pregunta a lo largo de tu vida. Seguro que una mañana te has despertado y has tenido esa sensación de ser un extraño para ti mismo, un actor protagonista que se equivocó de escenario y no consigue encajar en la función, un caminante sin rumbo que deambula por donde le va llevando la corriente.
De pronto sientes la necesidad de pararte, y al mirar a tu alrededor te das cuenta de que, aunque todo se encuentra donde siempre estuvo, nada está en su sitio. Te sorprende darte cuenta de que aquellos que siempre te sacaron carcajadas ahora no sean capaces ni de dibujarte una tímida sonrisa, de que parece haberse perdido todo cuanto en un primer momento os unió, si es que en algún momento llegó a existir algún lazo real entre vosotros. Sientes que aquellos ratos que antes se hacían fugaces ahora parecen eternos, simplemente porque no puedes evitar pasarlos imaginándote en otro lugar distinto.
Y en un primer momento intentas convencerte de que es sólo una mala racha y tratas de encontrar la forma de que todo vuelva a ser como antes. Sin embargo, ¿realmente tiene sentido intentar arreglar algo que siempre estuvo roto? ¿Merece la pena conformarse con aquello que no te llena sólo para poder seguir en el camino fácil?
A veces es necesario plantarse ante uno mismo y romper con todas las cadenas que nos impiden vivir libremente, aunque esas cadenas hayan estado con nosotros toda una vida, aunque nos hayamos acostumbrado a vivir encadenados. Depende de nosotros mismos convertir el "¿Dónde estoy y como he llegado hasta aquí?" en un "por fin he llegado"
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