Reflejos
Caminamos a diario por los pasillos de una galería repleta de espejos, sumergidos en un mar de reflejos borrosos y sin nombre entre los que vivimos aunque jamás nos hayamos parado a observarlos. Todos tan distintos pero tan iguales al mismo tiempo que ni siquiera nos molestamos en conocerlos ni en mirarlos con detalle, simplemente nos camuflamos hasta convertirnos en un reflejo más.
Pero de pronto, en esa red de falsas apariencias y reflejos embusteros, aparece esa persona que brilla con luz propia, eclipsando cualquier efímero reflejo vestido con luz artificial y rompiendo uno a uno todos los espejos. Y es cuando te dejas embaucar por esa luz cuando todo lo que tienes alrededor desaparece, cuando los reflejos se borran y los espejos dejan de tener importancia. Porque una vez descubres la luz de una mirada cristalina no vuelves a conformarte nunca con los destellos fugaces de un simple reflejo.
Pero de pronto, en esa red de falsas apariencias y reflejos embusteros, aparece esa persona que brilla con luz propia, eclipsando cualquier efímero reflejo vestido con luz artificial y rompiendo uno a uno todos los espejos. Y es cuando te dejas embaucar por esa luz cuando todo lo que tienes alrededor desaparece, cuando los reflejos se borran y los espejos dejan de tener importancia. Porque una vez descubres la luz de una mirada cristalina no vuelves a conformarte nunca con los destellos fugaces de un simple reflejo.
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