No compres animales. ADOPTA
Hace unas semanas un amigo me habló de una protectora de animales con la que él colabora y me ofreció la posibilidad de apuntarme como voluntaria para echar una mano en el cuidado de los animales. Desde entonces suelo ir una o dos veces por semana, y aunque en un primer momento tuve mis dudas, lo cierto es que solo una hora con los animales fue suficiente para tomar la decisión de apuntarme.
Allí he conocido la historia de Popo, un pastor alemán de 5 años con problemas de audición al que sus dueños abandonaron a su suerte en una carretera. Llegó a la protectora después de que un coche lo dejara bastante malherido tras varios días deambulando por la zona donde lo abandonaron. También conocí la historia de Triana, una Yorsay que llegó a la protectora después de que su dueña falleciera y nadie pudiera hacerse cargo de ella; la de Miky, un mestizo de 2 meses al que dejaron en una caja de zapatos, o la historia de Lucho (2 años) y Eva (año y medio), dos galgos inseparables a los que encontraron juntos en un vertedero después de haber recibido varios golpes, quizás porque ya no eran útiles para la caza.
Actualmente hay 240 perros en la protectora. Todos de una procedencia distinta, todos con su particular historia a la espalda y cada uno con un "trauma" distinto al que hacer frente, pero todos ellos tienen algo en común, y es una de las cosas que más me sorprendió de ellos: su facilidad para entregar su cariño. Es increíble como cada uno de los perros de la protectora, independientemente de su raza o de su edad, no dudan en agradecer cada muestra de cariño que reciben, por pequeña que sea. No hay nada más gratificante que llegar a la protectora y ver la sincera alegría con la que te reciben. Da igual si ha pasado un día o si hace un mes que no te ven, ellos jamás te reprochan nada, tan solo se acercan a ti dispuestos a saludarte y jugar contigo. Es como si después de todo lo que han pasado hubiesen aprendido a disfrutar del momento, a agradecer hasta el más mínimo gesto que reciben por tu parte.
Cuando miras a uno de esos animales a los ojos, cuando recibes todo el cariño que te entrega sin esperar nada a cambio... Es en ese momento cuando te sientes muy pequeño y te preguntas cómo puede alguien deshacerse de ellos de la forma más cruel.
Hay miles de animales que esperan en las protectoras a que por fin aparezca una familia que se decida a adoptarlos y le de una segunda oportunidad para ser felices. No compres animales.
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