El mundo cobra sentido

El sol hace ya demasiadas horas que se fue a dormir y las calles andan prácticamente desiertas. La casa se mantiene casi en silencio mientras los reflejos de un televisor al que nadie hace caso se encarga de romper la oscuridad en el salón. Están dando una película de miedo, o quizás haya empezado ya uno de esos concursos absurdos de madrugada. Si te digo la verdad no tengo ni idea. Hace ya varios minutos que todos mis sentidos se han centrado en ti... 

En ti y en tu expresión tranquila. En ti y en la manera en la que de vez en cuando sonríes mientras duermes acurrucada en mi regazo. En ti y en la forma en la que frunces el ceño cuando mi dedo travieso se aventura a dibujar tu frente. En ti y en ese idioma indescifrable que utilizas para quejarte cuando soplo cerca de tu rostro. En ti y en tu mano aferrándose a la mía. En ti y en el movimiento acompasado de tu pecho al respirar. En ti y en las cosquillas que deja tu pelo en mi brazo al moverte. En ti y en el escalofrío que me recorre de pies a cabeza solo por estas aquí, mirándote. 

Todos mis sentidos se han centrado en ti... En ti ahora, aquí, conmigo. Y te juro que este es el momento justo en el que el mundo cobra sentido.

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