Y caí sin remedio


No se sabe el momento exacto, ni el cómo, ni el por qué. No puedes predecirlo, no puedes buscarlo y tampoco lo puedes evitar. Simplemente ocurre. Al principio intentas hacer como si no hubiese pasado nada y tratas de engañarte a ti misma. Intentas cerrar los ojos para no ver la realidad mientras te esfuerzas por autoconvercerte de que todo sigue igual, pero llega un momento en el que la realidad te explota en la cara aunque no quieras, y no te queda más remedio que asumir lo que te ocurre. Y es justo en ese momento cuando empiezas a entender muchas cosas, cuando te vienen a la mente todas aquellas imágenes y sensaciones a las que al principio no diste importancia, pero que ahora se convierten en esa pieza que le da sentido a todo el rompecabezas.

De pronto te vienen a la mente aquellas bromas, aquellas risas compartidas, aquel día en el que, sin saber por qué, buscasteis estar a solas a pesar de no estar haciendo nada fuera de lo normal, aquellas canciones que te hacían acordarte de la otra persona inevitablemente, o aquel abrazo que, aunque no tenía nada de diferente a los demás, hizo que algo dentro de ti se removiera.
Te llega a la mente aquel día en el que cogiste más tarde el autobús de vuelta a casa solo para seguir con aquella conversación; aquel día en el que aceptaste sin pensarlo un plan que no te apetecía solo para poder pasar un rato más con la otra persona; aquellas largas conversaciones que, a pesar de no tener nada que decir, duraban horas y horas; aquellos días en los que la sonrisa parecía haberse fijado en tu cara sin que hubiese un motivo aparente; o esa extraña sensación que se apoderaba de ti al estar lejos de esa persona…

Ese es el preciso instante en el que todo cobra sentido, el momento en el que todas las preguntas que no te atrevías a hacerte en voz alta encuentran al fin respuesta. Es en ese instante cuando descubres que estás perdida y que ya no hay marcha atrás, que has caído sin remedio.  Y al contrario de lo que cabría esperar, cuando te das cuenta de que estás atrapada no haces el mínimo intento por escapar, solamente sonríes.

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