Los finales sólo son principios
Siempre he pensado que no hay
diferencia entre un principio y un final. Es más, siempre he sido de la opinión
de que los principios no son más que finales enmascarados. Al fin y al cabo, un
principio, sea en el ámbito que sea, no es más que el final de una etapa o de
un estado anterior. Quizás el único matiz que los diferencia es la forma en la
que nos enfrentamos a ellos. La única diferencia entre finales y principios es
que los principios los afrontamos con ganas y sin miedos, mientras que los
finales siempre están cargados de dudas y de temores. Tenemos tendencia a
pensar en los finales como algo malo, como una situación negativa, mientras que
entendemos los principios como nuevas oportunidades.
Sea por el motivo que sea, nos da
pánico enfrentarnos a los finales, y por eso nos resistimos tanto a dar por
terminada una historia, a escribir el punto y final. Nos empeñamos en no dar
por cerrado un capítulo por muy aburrido o complicado que resulte, incluso
aunque en ciertas ocasiones pueda resultar hasta doloroso y dañino. No nos
importa, porque nosotros nos esforzamos en mantenerlo vivo, en hacerlo cada vez
más largo. Tendemos a estirar demasiado el hilo, pensando que así podemos
evitar que se rompa. Sin embargo, no nos damos cuenta de que la realidad es muy
distinta. La realidad es que cuando algo tiene que romperse, lo acabará
haciendo antes o después, queramos o no, y cuanto más alarguemos la situación,
mayor será el daño que cause esa rotura.
Y, por si eso fuera poco, cuando
al fin encontramos las fuerzas suficientes para acabar con algo, da igual lo
convencido que llegues a estar, o cuáles hayan sido los motivos que te hayan
hecho tomar la decisión, porque cuando llegue el momento de hacerlo, de
terminar, se te pasarán por la cabeza miles de dudas y de temores, y no podrás
evitar preguntarte aquello de "¿y si me estoy equivocando?".
Hace unas horas hablaba con una
amiga sobre cómo hacer frente a esta incertidumbre, y hemos llegado a la
conclusión de que, en el mismo momento en el que llegas a plantearte acabar con
una historia o con una etapa de tu vida, es porque dentro de ti eres consciente
de que eso no te lleva a ninguna parte, por mucho que te esfuerces en engañarte
a ti mismo y por muchas excusas que inventes. Y una vez llegados a ese punto,
un final es la mejor de las soluciones. Porque no hay principio sin final.
Porque el final es el primer paso de un principio.
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