Un buen final

Un día te despiertas y notas que aquello que hacía temblar tu pulso ya no consigue ni arrancarte un suspiro, que por más que te gires y lo sigas viendo a tu lado, algo dentro de ti te dice que hace tiempo que se ha marchado. Llega el día en el que  te despiertas siendo consciente de que todo ha terminado, de que no queda nada por lo que seguir luchando, y entonces te das cuenta de que intentar alargar esa historia sólo conseguiría estropearla, manchar lo que ha sido. Porque todas las historias vienen con fecha de caducidad. Todas tienen un principio y un final, por más que nos empeñemos en no verlo. Unas historias terminan después de muchos años compartidos y dejando millones de recuerdos, otras terminan casi sin que hayan tenido tiempo de empezar, pero todas terminan. Es ley de vida. La eternidad sólo existe en los cuentos, y sólo porque se trata de cuentos a los que aún no se les ha escrito el final.


Por eso, cuando llega el momento de acabar con una historia, no nos esforcemos en evitarlo, no luchemos por cambiar lo que ya es inevitable. Cuando llegue el final, dediquémonos simplemente a darle un bonito final a la historia, un final a la altura de todo lo vivido, que nos permita dejar escapar una sonrisa al pensar en la historia terminada. Cuando llegue el momento, no nos olvidemos de que los finales pueden ser felices si los sabemos ver a tiempo. Existen los finales felices, aquellos que impiden la llegada de las cosas malas, y nos permiten guardar en nuestros recuerdos todos los momentos positivos, todo lo aprendido. Entendamos que los finales también forman parte de las historias, y son en definitiva los que hacen que una historia sea buena o mala. Un buen final es el responsable de hacer grande una historia, el que nos hace disfrutar recordándola.

Esta canción sonaba de fondo... En la voz de Vanesa Martín nace está canción que, aunque dura, guarda un mensaje positivo. Fue bonito mientras duró, pero llega el momento de decir adiós.


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