Que nadie detenga tu viaje
Cuando es el momento de volar
comienzas el viaje con una maleta repleta de sueños e ilusiones, con unas
enormes ganas de comerte el mundo. Empiezas ese viaje estando totalmente
convencido de que podrás conseguir todo cuanto te has propuesto alcanzar,
convencido de que tu esfuerzo y tu ilusión es lo único que necesitas para
encontrar el éxito. Tienes un mundo cargado de nuevas oportunidades esperando
para ti y tú estás deseando aprovecharlas. Comienzas el viaje con mucha
confianza en ti mismo y con el nivel máximo de autoestima, pensando en que eres
capaz de hacer algo grande.
Sin embargo, nada más iniciar el
viaje comienzan a aparecer los primeros problemas. No pasa demasiado tiempo
hasta que empiezas a encontrarte con los callejones sin salida que te obligan a
dar la vuelta, con los obstáculos de la carretera que te obligan a buscar un
camino alternativo, o los pinchazos que te hacen llegar tarde a tu destino.
Pero no importa, porque a pesar de todo tu ilusión por avanzar y tus ganas de
llegar hacia dónde quieres son mucho más fuertes que esos pequeños obstáculos
del camino, y eso te hace encontrar la fuerza necesaria para seguir avanzando.
Tu ilusión y la confianza en ti mismo te hacen olvidarte pronto de los pequeños
imprevistos del viaje, e incluso te ayudan a mejorar el camino que aún tienes
que recorrer.
El problema es que el camino que
debemos recorrer es largo y, por desgracia, no todos los obstáculos que nos
encontramos durante el viaje son tan fáciles de resolver como un pinchazo o
como un cambio de dirección. A lo largo del viaje nos damos cuenta de que hay
cosas que escapan de nuestras manos porque simplemente no dependen de nosotros.
Pronto nos damos cuenta de que no estamos solos en el camino, sino que a
nuestro alrededor nos encontramos con gente que también avanza a nuestro lado,
algunos porque se dirigen hacia el mismo lugar que nosotros, otros porque les
pilla de paso para ir hacia otro lugar. Y lo malo es que no todos se centran en
su propio camino, sino que hay quien se esfuerza para retrasarte en tu viaje, para
hacer que te detengas, para quitarte las ganas de llegar a tu destino.
Por mucha energía y por mucha
ilusión con las que afrontes tu viaje, es inevitable que cada bache, cada
tropiezo, y cada obstáculo que encuentres en tu camino te haga perder la
ilusión por llegar a tu destino, y que incluso llegues a plantearte si
realmente ese es el camino que quieres seguir, o si en realidad eres capaz de
conseguirlo. Se trata de un viaje duro, y habrá momentos en el que nos falten
las fuerzas, en los que perdamos la ilusión y en los que las zancadillas del
resto nos hagan perder la confianza en nosotros mismos. Es algo lógico y
normal.
Pero es en esos momentos cuando se
hace necesario hacer un alto en el camino para reponer fuerzas y pensar en
aquello que te hizo comenzar con el viaje, buscar de nuevo aquellas ilusiones
que un día te hicieron echar a volar. En esos momentos es necesario pensar en
todos aquellos que intentaron hacerte abandonar tu camino, en todos los
pinchazos, en todos las carreteras cortadas... Esos son los momentos en los que
debes darte cuenta de que, a pesar de todos los obstáculos con los que te has
encontrado, sigues estando ahí, cada vez más cerca de tu destino y dejando
atrás todo cuanto te estorba, y que sólo por eso, vale la pena seguir confiando
en ti mismo.
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