Pasas días, semanas, incluso meses preparando algo, deseando que llegue el momento de disfrutarlo, sintiendo las ganas convertidas en nervios y con la sensación de que el tiempo pasa demasiado lento. Cuando esperas algo con mucha ilusión la espera llega a hacerse eterna, pero al final todo llega. De pronto una mañana te despiertas y te das cuenta de que ha llegado el día, de que la cuenta atrás ha llegado a cero, y te vas a ti misma en el lugar en el que tanto has deseado estar, a falta de pocos segundos de empezar a disfrutar el ansiado momento. Y lo disfrutas, quizás como nunca has disfrutado, y la magia te envuelve y parece que por un instante se ha detenido el tiempo, y que no existe nada más allá que ese momento. Pero no es cierto. El tiempo nunca se detiene, y de pronto, sin previo aviso, aquel momento que tanto tardó en llegar se termina sin más remedio, dejándote con una sonrisa por haberlo vivido, pero también con ese sabor que dejan las cosas que duran dem...